Consejos de RECAPTE:
Si nuestra dieta se compone de frutas y somos conscientes de
lo buenas que son para nuestra salud, no hay que dejar de valorar las
cualidades de su piel a la hora de elegir si las comemos con o sin piel. Esta,
de hecho, suele contar con más vitaminas y fibras insolubles, tal y como
demuestra el ejemplo de la manzana: si se come con piel, es idónea para el
estreñimiento, mientras que sin piel es útil si se padece diarrea, debido a que
la mayoría de las fibras se concentran en la piel.

Este hábito hace que comer algunas frutas sea más cómodo,
además consigue que tengamos una mayor sensación de saciedad. También mejora la
flora intestinal, hace que la bilis sea más soluble, lo que permite menos
problemas de estreñimiento y equilibra los niveles de colesterol y glucosa.
Sin embargo, en algunas frutas nos parecería imposible comer
sus cáscaras, como en los plátanos o en las cítricas. Los nutricionistas
señalan que lo más positivo en estos casos es retirar la menor cantidad de
piel. En las naranjas, por ejemplo, aconsejan dejar la mayor cantidad posible
de la membrana blanca que se encuentra bajo la piel, justamente la que menos
gusta comer, ya que es la que concentra más vitamina C.
La única ventaja que tiene pelar las frutas es que nos
permite no consumir los pesticidas que pueden quedar acumulados en su exterior
tras la recogida. Sin embargo, lavando siempre la fruta, podemos evitar ingerir
estos químicos, que además ni existen si se trata de productos ecológicos. Se
recomienda lavar todas las frutas cuidadosamente, sobre todo las más pequeñas,
como fresas, que pueden estar en remojo unos minutos antes de ser consumidas,
aunque también las grandes, como la sandía o el melón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario